miércoles, 9 de febrero de 2011

¡Qué chaparrón!

Aprovechando que desde que llegamos de las vacaciones de Navidad, casi cada día disfrutamos de la interpretación de un cuento por parte de un compañero distinto, hoy hablaré un poco del mío y finalmente podréis verme en mi momento de esplendor interpretando el cuento, disfrutando momentos como mi "momento en blanco" o un final donde "el amor cae del cielo".

En el momento que Monica (nuestra profesora y tutora) nos comentó este trabajo, todos nos asustamos y nunca quisimos que llegaran esos 6 o 7 minutos de nervios, interpretación y vergüenza... pero al fin y al cabo, ¡no fue para tanto! Todos seguimos vivos después de esta experiencia.

Hemos disfrutado de una variedad de cuentos como "Les aventures d'un bigoti", "El ratolí presumit" (versión adaptada made in Raimon), "La tristesa i la fúria", "Sóc el més fort" o de más clásicos como "La princesa i el pesol", "La rinxols d'or", "La llegenda de Sant Jordi" o "En Patufet".

Mi cuento se titula "Qué chaparrón", de la autora Raquel Saiz. 
Cuenta la historia de un hombre que se llama Manolo, y como cada día sigue su rutina diaria, pero ese día no será un día cualquiera...

Hay días en que las leyes de la naturaleza no funcionan. Aquel día, el señor Manolo se levantó como todos los días. Se lavó la cara, se colocó el pelo alrededor de la calva y se peinó el bigote... Como todos los días.
Como todos los días, desayunó, y se puso el mono. Como todos los días.
Como todos los días, caminó muy contento hacia su trabajo. Estaba un poco nublado, pero no le importó (al señor Manolo le gustaba la lluvia). Empezó  a llover y la gente se arremolinó en la entrada de las tiendas. De repente...¡cayó una! ¡PLAF! Iba vestida de rosa, con su gorro puntiagudo y todo. ¡El señor Manolo no se lo podía creer!. Luego cayó otra, y otra, y otra más…
Algunas eran pequeñas como gotas de agua, pero la que casi le parte la cabeza al señor Man  olo tenía un tamaño considerable. Caía del cielo, una tras otra: altas y bajas, regordetas y delgadas, rubias, morenas, pelirrojas… Goteaban lentamente, ligeras como plumas, con la boca fresca y olor a azahar.
Al llegar al suelo, se arreglaban el vestido y saludaban con una reverencia a los asombrados vecinos. Algunas formaban corros, parloteando como cotorras; otras se dirigían a la gente… ¿Habéis visto mi hada madrina? ¿Alguien sabe dónde hay un castillo? ¿Cuántas ranas has besado? ¿No habrá dragones por aquí?.
Los coches tuvieron que detenerse y esperar tranquilamente a que amainara aquel extraño chaparrón. Cuando paró de llover, una legión de princesas de cuentos llenaba las calles de la ciudad.
 –¿Qué vamos a hacer con ellas? – preguntaba la gente. -¿Qué vamos a hacer con ellas?- preguntaban los políticos. ¡Son demasiadas!, pensaba todo el mundo. De pronto, el alcalde tuvo una idea: -Hay que tratarlas como se merecen. Al fin y al cabo son princesas… Que cada uno se lleve una a su casa.
El señor Manolo, que era un poco tímido y muy cumplidor de la ley, se acercó a la que casi le parte la crisma y, colorado como un tomate, le dijo: -¿Quiere venir conmigo? – Usted no parece un príncipe- contestó la princesa. –Soy albañil- dijo el señor Manolo, más colorado. –¿Y a qué se dedica? –Hago casas- respondió con orgullo. –¿Palacios?- curioseó ella. –No, solo casas.- reconoció el señor Manolo. -¡No importa!- sonrió la princesa, con la cara del mismo color que su vestido. El señor Manolo y la princesa se cogieron de la mano y se fueron a casa.
 Hay veces en que las leyes de la naturaleza no funcionan. Hay días en que el amor cae del cielo.


Y finalmente, os dejo el vídeo de mi gran interpretación:



2 comentarios:

  1. Lara,el vídeo del conte està molt bé, ens fa reviure els bons moments que ens vas fer passar quan el vas explicar, però... amb la música de fons del blog no se sent el conte!!! je,je,je

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  2. jajaja Meri, pots pausar la música de fons, amb el botó de pausa! jeje.

    Qué bien haber podido ver tu super xàafec en directo!! jajaaj molt bé Laree, molt bé, todo según lo ensayado... Y el momento en blanco, es muuument grasiós! Y muy bien salvado, así que... Visca el Manolo i la ulor a tarunjina!

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